Se Presenta una descripción operacional de la infidelidad que permite comprender para intervenir en esta
figura tríadica relacional.El proceso de
infidelidad es un continuo que va
pasando por diferentes estadios : preinfidelidad, infidelidad, postinfidelidad;
pudiendo no llegar completarse.La infidelidad cumple funciones inconscientes en
la pareja siendo, a veces, una forma de mantener una aparente homeostasis y otras, una forma de romper la definición
relacional anterior. Hemos distinguido dos formas de infidelidad: la
homeostática y la morfogenética, las cuales serán caracterizadas en sus
subtipos de funcionamiento.
INTRODUCCION
La infidelidad es un tema complejo donde se encuentran y desencuentran
emociones, sentimientos, creencias personales, ordenamientos sociales y disposiciones religiosas.
Se trata de un tema recurrente en terapias de familias y parejas, donde
no es infrecuente encontrarnos con parejas que han vivido una crisis nominada
como infidelidad.
Una terapia de pareja puede ser el marco elegido para la elaboración de
dicha crisis.
El terapeuta asiste al proceso de resignificación e inclusión de este
elemento en la historia de pareja.
Nos parece que un mapa básico podría ser útil para orientarnos dentro de
esta configuración triádica en la co-construcción de un significado nutritivo
para la pareja consultante.
Nuestra propuesta es una sencilla clasificación que nos ayude a ordenar
nuestro quehacer terapéutico y que iremos exponiendo en cuadros y textos.
INFIDELIDAD Y SOCIEDAD
En primer lugar está la pregunta ¿A qué llamamos infidelidad? Hemos
ampliado la definición hasta hacer que en ella puedan entrar diferentes
conductas transgresoras al acuerdo monogámico.
Según nos situemos desde una lógica lineal o cibernética esta conducta
podrá ser nominada de diversas formas (cuadro 1) y cargada por lo tanto de
significados emocionales diferentes para cada individuo en la pareja.
Para algunas parejas, que el otro se sienta atraído por otro (a) sería
suficiente para nominar el episodio como infidelidad. Para otras, en cambio,
solo existiría la infidelidad luego de una consumación sexual.
Según el informe Hites (1994) sobre sexualidad femenina el 70% de las
mujeres casadas por más de cinco años
está teniendo relaciones sexuales fuera del matrimonio, aunque todas ellas
crean en la monogamia.
En Chile (Asimer 1996) en un estudio de 540 casos de hombres y mujeres
casados entre 18 y 55 años, de Santiago, el 62% del universo piensa que la
tendencia natural del ser humano es hacia la infidelidad. Las razones expuestas
para la infidelidad van desde la inseguridad masculina (92% de mujeres y 84% de
hombres piensa esto) a falta de satisfacción sexual (72% de mujeres y 64% de
hombres).
La creencia popular acerca de la frecuencia de infidelidad, al menos en
una ocasión, durante el matrimonio varió entre el 65% al 100% de los
matrimonios. Si creemos en estas cifras, la infidelidad es una conducta
frecuente tanto por hombres como por mujeres. Esta distribución dentro de reino
animal sólo es similar en los chimpancés (Poiani, 1997).
Como la infidelidad es un tema que subvierte las normas de moralidad y
estabilidad que rigen la conducta social, múltiples mitos surgen a su
alrededor. Así, sin muchos estudios que puedan desmentir lo anterior, en
nuestro país la mitología dice que: el hombre sería infiel cuando no tiene
cubierto lo contrario con las mujeres. El mito social cumple la función de
explicar o generar hipótesis que den cuenta de un fenómeno complejo con
premisas sencillas.
Es una investigación realizada en la Universidad de Chicago (1994) con
3.500 norteamericanos entre los 18 y 59 años la monogamia parece ser
predominante. El 83% ha tenido una o ninguna pareja sexual durante el año. En
toda la vida, los hombres tuvieron un promedio de 6 parejas sexuales, en cambio
las mujeres sólo dos (Roszenzvaig 1995).
La infidelidad no es vivida de igual manera por los géneros. Para el
hombre, la respuesta a la pregunta ¿mantuviste relaciones sexuales con él? es
la más complicada, probablemente por la generación de un grupo de fantasías
intolerables. Para la mujer, en cambio, el asunto es ¿te enamoraste de ella?
Con el grupo de fantasías pertinentes.
En el trabajo terapéutico con parejas que contienen en su historia
infidelidad, la fantasía del tercero manteniendo relaciones sexuales o en
actitud de cortejo, es un elemento perturbador, especialmente en la crisis
aguda.
CUADRO Nº 1:
Conceptualizaciones de La Infidelidad en Diferentes Modelos Teóricos
MODELO LINEAL
|
MODELO CIBERNETICO
|
Descripción que
hipostatiza la realidad
|
Proceso del devenir del
sistema
|
Un error ético
|
Perfección del sistema
|
Un error cultural
|
La mejor adaptación de
esa organización
|
Un error psicológico
|
Un proceso de cambio
|
Algo eliminable
|
Un significado integrable
|
Algo prevenible
|
Una solución del sistema
|
Algo confortable
|
Una configuración
novedosa
|
Mal funcionamiento de la
pareja
|
Un contexto de desarrollo
|
Existen socialmente, y por ende al interior de la pareja, elementos
atenuantes de la infidelidad entre los cuales se cuentan: estar bajo los
efectos del alcohol o una droga mientras sucede un episodio, viajes
obligatorios que mantienen a la pareja separada por mucho tiempo, enfermedades
graves de los cónyuges, mal funcionamiento sexual, alteraciones psiquiátricas
varias. Naturalmente estos constituyen a su vez factores de riesgo. Entre los
agravantes se consideran: ser infiel durante el período de embarazo de la
mujer, ser infiel con una pariente o amigo íntimo, dejar que la pareja se
entere por terceros.
¿Existen en el reino animal especies monogámicas? es decir, ¿será la
monogamia una conducta instintiva, que puede existir sin códigos éticos en
algún otro ser vivo?
Durante decenios hemos sostenido el mito de la “monogamia de las aves”
pues la observación de sistemas sociales en aves no registraba conductas
sexuales “fuera del nido”. Sin embargo, recientes estudios genéticos dan cuenta
de material cromosómico presente en crías que no pertenecen al nido original,
aunque con menor frecuencia de lo observado en especies humanas o de chimpancés
(Poiani 1997. Si la monogamia es la conducta más frecuente ¿será el genoma
social o genético, el responsable de mantenerla como conducta predominante?
Estas son preguntas abiertas para las cuales no existen respuestas
definitivas. Sin embargo, sea por la
razón que sea, la monogamia ha sido defendida, al menos desde su significado,
como un bien social, un valor deseable. Entre las funciones sociales de la
monogamia estarían: proteger la familia, entendida desde su definición nuclear clásica, el tiempo necesario que
asegure a los hijos amparo afectivo, económico, educativo, así como modelos
genéricos constantes en la intimidad;
mantener el patrimonio genético familiar, proteger a los miembros de la
pareja contra enfermedades de transmisión
sexual, proteger y perpetuar el modelo social cultural.
Otras culturas en la historia de la humanidad han privilegiado la
monogamia como organización social establecida aunque a veces se ha permitido,
especialmente a los varones, mantener concubina legales (ej. Mesopotamia). En
otras culturas, es sólo la mujer la castigada en caso de adulterio (ej. Grecia,
Egipto, Israel, Malaya, musulmanes) (Asimer, 1996).
Cuando otros valores ordenan la sociedad, también la pareja es redefinida. Tal es el caso de
los espartanos, quienes soñando crear una raza fuerte, facultaban a las mujeres
para que mantuvieran relaciones sexuales con los hombres les parecieran
inteligentes y atractivos, dejando así que las hembras realizaran una selección
natural del genoma a través de la selección fenotípica.
En Chile, según nuestras leyes, es la mujer quien comete adulterio
mientras el hombre, amancebamiento. En nuestro Código Penal (Derecho Penal,
1994) se llama adulterio a “la mujer casada que yace con un varón que no sea su
marido y el que yace con ella sabiendo que es casada aunque después se declare
nulo el matrimonio” y agrega “no se impondrá pena por el delito de adulterio sino en virtud de querella del
marido” y de aplicarse condena el delito
será castigado con “la pena de reclusión menor en cualquiera de sus grados”
además “la acción del adulterio prescribe en un año, que principiará a correr
desde el día en que el ofendido tuvo noticia”. También es considerado adulterio
“la viuda que contrae matrimonio antes de los doscientos sesenta días desde la
muerte del marido o antes del alumbramiento si hubiera quedado encinta”. El
amancebamiento es definido como “el marido que tuviere manceba dentro de la
casa conyugal o fuera de ella con escándalo” (manceba es definida como
“concubina” es decir alguien con quien se cohabita sin lazo legal de por
medio). Dice la ley que, en caso de probarse culpa será castigado “con
reclusión menor en su grado mínimo y perderá el derecho de acusar a su mujer
por los adulterios cometidos durante el amancebamiento”. Por su pare “la
manceba sufrirá la pena de destierro en cualquiera de sus grados”.
EL PROCESO DE LA
INFIDELIDAD
Como dice Bowen (1992), el triángulo es la
unidad básica de la diferenciación que ayudaría a regular la distancia en una
relación que tiende a la fusión.
Los terceros pueden entender como asuntos
cargados libidinalmente que logran convivir bastante bien con la pareja
(hobbies, trabajo, misiones, ambiciones, grupos políticos, los hijos) o
bastante mal (una tercera persona). A
los primeros podemos llamarlos terceros funcionales y a los segundos,
disfuncionales. Estos últimos con mayor rapidez e intensidad quiebran la
definición de pareja compartida hasta este momento y arrojan a sus miembros a
períodos de profundas crisis explícitas o implícitas.
Un tercero funcional puede ser un asunto
estabilizador para la pareja aunque en ocasiones parezca desestabilizarla.
Puesto que dos individuos no podrían satisfacer completamente (Lemaire,1979) la
posibilidad de incluir terceros es casi una certidumbre. Así lo explica
Kernberg (1997) cuando describe las características del amor maduro.
La dificultad está en el tipo de tercero
incluido porque esto es lo que definirá el contexto emocional en la pareja. La
infidelidad conlleva suficiente agresión (Bernales, 1995) como para romper
definiciones relacionales anteriores y crear un monto de desorden suficiente
para el cambio (Willi, 1978).
Aunque cualquier tipo de terceros puede ser
significado como culpable o regulador de las alteraciones de la relación,
llamaremos infidelidad a la recreación de un triángulo relacional. Esto nos
hace pensar si acaso, ya en la formación de esa pareja particular una tercera
persona no estaba dentro de las soluciones estructurales del sistema. Si es así
la inclusión de las historias transgeneracionales (Boszormengy-Nagy, 1990)
adquiere importancia fundamental para el entendimiento.
Entre las funciones de la infidelidad al
interior de la pareja estarían: cuestionar la definición de la relación
buscando un nuevo orden de funcionamiento;
explorar una nueva distancia relacional, readecuar por ejemplo los
mecanismos de defensa incluidos en la relación, buscar gratificaciones
narcisistas o regresivas, buscar integración, buscar erotización.
La infidelidad es un evento, producto de una
serie de acontecimientos que se van configurando hasta encontrarla como una
solución, puerta de salida, a un conflicto rigidizado del sistema que atenta al
desarrollo natural de los miembros o del sistema en sí. Visto de esta manera, podríamos parafrasear a
Maturana diciendo que es “la mejor forma de adaptación que ha encontrado el
sistema en un momento dado en su devenir”.
Dentro del curso temporal de una infidelidad
se pueden distinguir los siguientes períodos:
Preinfidelidad: Una vez que la
pareja comparte lo cotidiano, lo mínimo, lo descuidado, lo natural, “lo sin
adornos ni maquillaje”, hay un contraste entre el objeto amado y el sujeto real
que supone una tensión mayor cuanto mayor es la diferencia entre ambos.
Procesos de escisión contribuyeron a la formación de la pareja. La escisión,
sin embargo, no resiste la realidad cotidiana y permanente y a menos que se
vayan elaborando estas pequeñas pérdidas de lo dado día a día, integrando y aceptando la totalidad del otro, de pronto
la predefinición tanto de la pareja como del objeto amado caen en crisis. El
contexto emocional de la crisis supone culpa, rabia, pena, devaluación. En
ambos miembros, durante este período, se está elaborando una nueva relación con
un objeto un tanto más “objetiva” o “real”, más ajustada a la realidad
experiencial del otro que a la propia. Se pierde la ilusión de completitud dada
por el otro y se hace necesario encontrar los propios límites y
autoresponsabilizarse de ellos. El proceso es mutuo. Cuando este proceso se
hace intolerable, por las tensiones que genera en el sí mismo, puede suceder el
escape y triangular es una forma conocida que, como veremos, no conlleva
necesariamente al fin de la relación.
CUADRO Nº 2: TIPO DE INFIDELIDAD
TIPO DE INFIDELIDAD
|
EMOCION
|
TEMA
|
HOMEOSTATICA
|
||
Fantaseada
|
Manía de la Idealización
|
Valor, autonomía
|
Escindida
|
Riesgo vs tranquilidad
|
Miedo al cambio, rigidez
|
Equisistémica
|
Rabia, venganza
|
Justicia
|
MORFOGENETICA
|
||
Tránsito al cambio
|
Confusión, ambivalencia
|
Abandono de lo conocido vs. Esperanza de lo nuevo
|
Estallido
|
Angustia, culpa
|
Ruptura , desmoronamiento
|
Restructurante
|
Compromiso vs. libertad
de ser
|
Cambio de la relación
|
Infidelidad: Este estadio es
posible de vivir de varias formas. Al establecerse otra pareja además de la
oficial se producen igualmente todos los mecanismos de elección y satisfacción
del proceso habitual (flechazo, encantamiento, evaluación consciente, elección
(Lemaire, 1979). En la nueva pareja serán proyectados los aspectos idealizados
y en la anterior quedarán los agresivos, reeditando la escisión esta vez en dos
objetos. Durante este período en la pareja, uno de los miembros “sale a
explorar” más allá de su límites y por ende de los de la pareja. El otro toma
un rol más homeostático “cuidando la relación predefinida”. Las tensiones
devengadas del estadio anterior comienzan a distenderse hasta adecuarse a algún
tipo de infidelidad de las que expondremos a continuación.
Postinfidelidad: Independiente del
destino de la pareja (ya sea que permanezca unida o termine separándose) se
produce una reestructuración del yo de cada miembro y de la pareja que
determina un nuevo lugar desde donde relacionarse. Es frecuente la culpa por el
daño efectuado o por no haber cumplido las expectativas del otro. Se inicia un
período de reparación que tomará un tiempo hasta la revinculación. En este
período suele aparecer la familia como preocupación adulta.
El proceso de infidelidad atrapa
emocionalmente a ambos miembros de la pareja tomando como figura aspectos
emocionales preponderantes y exigiendo tareas inconscientes a realizar (cuadro
2).
LOS TIPOS DE INFIDELIDAD
Con fines terapéuticos hemos dividido las infidelidades en
homeostáticas, destinadas a estabilizar la pareja oficial como resultado final
de los diversos equilibrios alterados o morfogenética, destinada a realizar un
cambio en la definición de pareja oficial.
1. Infidelidad
homeostática
En este tipo de infidelidad puede existir un
cambio (adquisición de otro nivel de funcionamiento) en el miembro que sale de
las definiciones hasta ese momento consensuadas con el otro, sin la necesidad
de romper la pareja.
Los subtipos son:
a) Infidelidad fantaseada: el
funcionamiento de tres se daría en la fantasía de uno de los miembros pudiendo
no consumarse en relaciones sexuales e incluso sin constituir parejas con “el
otro fantaseado”. En este sentido no sería una infidelidad propiamente tal y
constituye más un hallazgo clínico dentro de una terapia que un motivo de
consulta. Por tratarse de una fantasía de acto y no de un acto propiamente tal,
ésta es una situación norma en la vida de pareja. Frecuentemente este tercero
es vivenciado como un objeto parcial, un interlocutor “bueno”, aceptado,
apoyador, valorador, que va constituyendo una estructura de relación hombre
mujer idealizada “la estructura paraíso”.
Más que la búsqueda de una persona estaría la del “estado amoroso” como
una forma de postergación del trabajo de duelo a la imagen idealizada de la
pareja y un escape a los aspectos agresivos del otro. Los temas cuestionados en
este tipo de infidelidad serían: el valor propio, la necesidad de amor
romántico, la integración del objeto, la renegociación de los mecanismos de
defensa. Es el primer estadio triádico. Puede ser la única forma permitida en
individuos que cuidan la lealtad y la familia con fuertes valores morales y
éticos, pero constituye de todas formas una solución a algún conflicto de
pareja subyacente.
b) Infidelidad Escindida: Es
la necesidad de vivir aspectos no integrados. De esta forma con una pareja se
viven algunos, generalmente los que devengan de una estructura con fuertes
mecanismos de defensa y, con otra pareja otros, generalmente inaceptables en la
definición anterior. El yo permanece escindido en cada pareja obteniendo de
cada una satisfacción de necesidades primarias por lo cual se hace difícil
terminar con alguna de ellas. Sin embargo, se tiende a mantener la pareja
oficial constituida y estable. Es más frecuente en hombres que cuidan la
familia como una institución tradicional y patrimonial. Cuando la mujer actúa
como cómplice del marido se transforma en un miembro estabilizador de la tríada
y la acepta como una solución viable dentro de un esquema tradicional
transgeneracional. El motivo de consulta se concretiza cuando la mujer no está
dispuesta a mantener esta situación y requiere una decisión del marido. La
decisión entre dos partes escindidas es justamente el conflicto profundo del miembro
infiel, por lo cual se dilata en muchas oportunidades esta resolución.
c)Infidelidad Equisistémica:
Es una forma de ajustar las cuentas en una pareja. Un tipo de reparación “ojo
por ojo” que busca ajustar cuentas en la balanza de deudas de la pareja
(Boszormengy-Nagy, 1992). Una forma de venganza que pretende reparar la herida
narcisista. La justicia es un tema de relación. Consultan generalmente en el
episodio de infidelidad reparatorio el que es ampliamente explicitado por el
otro con la carga de agresión que supone este tipo de compensación.
1. Infidelidad
morfogenética
Se denomina morfogenética a los procesos
causales mutuos que aumentan la desviación y producen nuevas formas
organizativas (Rodríguez, 1992). Las formas organizacionales contemplan siempre
el fin de la definición de esa pareja. Por lo cual resulta la separación de los
individuos que la conforman o bien una forma de relación muy distinta.
a)
Infidelidad en tránsito: es el período entre el fin de una pareja y el
comienzo de otra. Los miembros de la pareja original están viviendo situaciones
muy distintas. Mientras que para uno existe la separación,la dignidad herida, a
veces la negación de todo esto; para el que migra la culpa parece mitigada por
el encuentro con la nueva pareja. Es un período de crisis. La consulta no es
clara en cuanto a los objetivos deseados. El terapeuta puede encontrarse con
esta crisis luego de percibir un compromiso a medias de uno de los miembros
“como si viniera a dejar al otro”.
b)
Infidelidad estallido: es la crisis que termina con la pareja, luego que
uno de los miembros decide emparejarse con otra persona. El fin de esta
relación es agudo, angustiante y agresivo para ambos miembros. Se termina
físicamente una relación, pero emocionalmente siguen asuntos inconclusos que
demandarán elaboración por cada uno de los miembros. La elaboración interna,
luego de una reestructuración de la vida, tiene relación con la integración de
la agresividad en el objeto amado.
c)
Infidelidad Reestructurante: destinada a realizar un cambio profundo en la
pareja y/o en los miembros que la componen. Es una forma que tiene el sistema
de buscar otros límites y pautas de funcionamiento cuando las estructuras son
rígidas y no permiten la evolución de uno o ambos miembros. Evolución entendida
como desarrollo inevitable. Las parejas que se mantienen unidas luego de una
infidelidad readecuando su forma de funcionar estarían en este tipo.
En el cuadro 2 exponemos lo que nos parece
más importante del contexto vivencial del miembro infiel. El miembro que se
queda dentro de la relación tenderá a cuidarla rigidizando algunas
definiciones o intentando flexibilizar otras. Sin embargo el sistema pareja en
conjunto se encuentra elaborando los temas descritos según el tipo de
infidelidad y en cierta emocionalidad, aunque ésta sea vivida de forma distinta
y a veces con personas distintas.
EL DIALOGO DE LA REPARACION
La infidelidad implica significados difíciles
de integrar a la historia de la pareja. Sin embargo en el deseo de preservar el
vínculo se generan situaciones que, a ratos, parecen insostenibles por la
cantidad de emocionalidad que despiertan en ambos miembros, dándonos noticia de
la fuerza de esta vinculación. La búsqueda de la reparación tanto de los
aspectos relacionales como individuales motivará ajustes y necesidades que una
terapia puede facilitar.
Las parejas intentan en principio “convivir”
con este evento relacional a través de mecanismos primarios que hagan ceder la
angustia y la agresión contenidas en él. Lo niegan, lo proyectan, lo destierran
de la historia, lo transforman en un objeto indeseable, un cáncer que hay que
extirpar del cuerpo conyugal. Estas formas de homeostasis relacional en vez de
curar el vínculo lo atrapan en un pseudofuncionamiento que desarrolla distancia
y por tanto pérdida de la intimidad.
Mantener aislado el evento desprotege a cada
miembro y aumenta la escisión no sólo de los aspectos contenidos allí sino de
las pautas que hacen posible la construcción de una pareja satisfactoria. Es la
confianza en la exclusividad lo que pide reparación. ¿Cómo volver a creer que
soy único(a) para ti?
El miembro infiel tiene entre sus tareas:
aceptar que fue transgresor a un acuerdo común, aceptar que su conducta dañó al
otro en su autovalidez frente a él, contactarse con sus necesidades, poder
expresarlas y aprender a comprometerse para encontrar satisfacción de las
mismas dentro de la pareja, reafirmar su autoestima que estará dañada por la
culpa, realizar el proceso de duelo de la relación secundaria, buscar recursos
destinados a realizar el proceso de reparación.
A la vez quien fuera engañado estará
confundido entre sus sentimientos de apego (miedo al abandono) y sus deseos
agresivos (rabia, venganza). También tendrá que reelaborar, refigurar a la
pareja integrando los aspectos antes ocultos que surgirán en el trabajo
terapéutico con la infidelidad. Otra tarea es en relación a su autoestima,
especialmente en lo atractivo(a) que puede resultarle a la pareja; tendrá que
renegociar las distancias afectivas; reevaluar valores que sustentaban el
esquema de vida adoptado por ambos; convivir con la angustia de la
desconfianza; controlar las fantasías erótico-voyeurista que se desencadenan
con las imágenes de la infidelidad.
Los primeros pasos en la terapia son permitir
la expresión de estas constelaciones de sentimientos y contenerlos en ambos miembros.
La simple catarsis podrías rigidizar una relación de tipo “víctima-victimario”
que no ayudaría a reconstruir el vínculo. Tampoco sirven definiciones del tipo
“yo soy el intacto, el otro falló” Más bien cada evento emocional puesto en la
terapia deberá servir para reconstruir una nueva definición relacional que se
ajuste ahora en distancia, necesidades y posibilidades a la realidad de ambos
miembros, incorporando así la infidelidad como un sistema de nuevos
significados.
Se creará un contexto de confianza donde
podrán re-conocerse en esta nueva etapa de pareja. Ambos necesitan integrar la
infidelidad como parte de su historia.
La pareja a su vez hará un duelo al proyecto
de vida conjunto inicial, a la invulnerabilidad frente a terceros, al espacio
cerrado relacional de las primeras etapas. Todo un orden se pierde para ganar
otro de mayor ajuste con las realidades de cada cual y de la pareja como
mundillo co-creado.
El proceso de reparación no sólo implica
alivio al dolor sino conciencia de la agresión implícita o explícita que
conlleva. La reparación consiste en significar lo ocurrido en términos
nutritivos, positivos para la pareja actual, resaltando la funcionalidad que
esto pudiera tener en la actualidad relacional. En palabras de Winicott, la
reparación se conjuga a través de la capacidad para integrar la agresión y no
disociarla. El diálogo de la reparación sería “Si soy omnipotente, entonces
tengo el poder de destruirte, pero si con eso me doy cuenta que corro el riesgo
de perderte, entonces siento culpa y dejo de ser omnipotente y logro la
posibilidad de una relación. Si tú sobrevives a mi destrucción y yo siento
culpa por tratar de destruirte, entonces debo intentar reparar el daño, debo
hacerme cargo de mi agresión. Me importas y me hago cargo de esa preocupación
por ti”.
CONCLUSION
La infidelidad es la traición al acuerdo de
exclusividad. Es un proceso atravesado por la pareja ya sea en búsqueda de
resolver un conflicto (morfogenética) o de mantener la definición de pareja
preestablecida (homeostática). Encontrar el significado de la infidelidad en
cada caso es la tarea del sistema terapéutico. Hemos incluido un mapa de
orientación tanto de los relieves interaccionales como de los aspectos
intrapsíquicos asociados. La infidelidad surge desde un nicho cultural que
contextualiza los significados asociados a la exclusividad y que es necesario
integrar dentro de la futura figura relacional.
Por otra parte nos parece esencial buscar
desde el contexto (trasfondo) elementos que unidos a la figura principal
(infidelidad) la vayan resignificando hasta integrarla a la totalidad de la
pareja permitiendo un juego flexible de planos.
El modelo que planteamos nos parece un aporte
basado en conceptos sistémicos destinado a simplificar la complejidad de la
pareja humana, posible de usar en diferentes marcos teóricos.
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desnudo. Ed. Sudamericana, Santiago.
WILLI J. (1978) La pareja humana
relación y conflicto. Ed. Morata, Barcelona.
[1] Artículo
publicado originalmente en Revista Terapia
Psicológica, Año XVI, Volumen VII (2), Nº 30m 1998 que ha resultado de utilidad
clínica, razón por la cual se reedita.
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