ANOREXIA BULIMIA OBESIDAD

lunes, 31 de diciembre de 2012


INFIDELIDAD[1]

 Patricia Cordella[2] ;  Paola Pacheco[3] ;  Paula Ringeling[4]



Se Presenta una descripción operacional de la infidelidad  que permite comprender para intervenir en esta figura  tríadica relacional.El proceso de infidelidad  es un continuo que va pasando por diferentes estadios : preinfidelidad, infidelidad, postinfidelidad; pudiendo no llegar completarse.La infidelidad cumple funciones inconscientes en la pareja siendo, a veces, una forma de mantener una aparente homeostasis  y otras, una forma de romper la definición relacional anterior. Hemos distinguido dos formas de infidelidad: la homeostática y la morfogenética, las cuales serán caracterizadas en sus subtipos de funcionamiento.


INTRODUCCION
La infidelidad es un tema complejo donde se encuentran y desencuentran emociones, sentimientos, creencias personales, ordenamientos sociales y  disposiciones religiosas.
Se trata de un tema recurrente en terapias de familias y parejas, donde no es infrecuente encontrarnos con parejas que han vivido una crisis nominada como infidelidad.
Una terapia de pareja puede ser el marco elegido para la elaboración de dicha crisis.
El terapeuta asiste al proceso de resignificación e inclusión de este elemento en la historia de pareja.
Nos parece que un mapa básico podría ser útil para orientarnos dentro de esta configuración triádica en la co-construcción de un significado nutritivo para  la pareja consultante.
Nuestra propuesta es una sencilla clasificación que nos ayude a ordenar nuestro quehacer terapéutico y que iremos exponiendo en cuadros y textos.

INFIDELIDAD Y SOCIEDAD

En primer lugar está la pregunta ¿A qué llamamos infidelidad? Hemos ampliado la definición hasta hacer que en ella puedan entrar diferentes conductas transgresoras al acuerdo monogámico.
Según nos situemos desde una lógica lineal o cibernética esta conducta podrá ser nominada de diversas formas (cuadro 1) y cargada por lo tanto de significados emocionales diferentes para cada individuo en la pareja.
Para algunas parejas, que el otro se sienta atraído por otro (a) sería suficiente para nominar el episodio como infidelidad. Para otras, en cambio, solo existiría la infidelidad luego de una consumación sexual.
Según el informe Hites (1994) sobre sexualidad femenina el 70% de las mujeres casadas por más  de cinco años está teniendo relaciones sexuales fuera del matrimonio, aunque todas ellas crean en la monogamia.
En Chile (Asimer 1996) en un estudio de 540 casos de hombres y mujeres casados entre 18 y 55 años, de Santiago, el 62% del universo piensa que la tendencia natural del ser humano es hacia la infidelidad. Las razones expuestas para la infidelidad van desde la inseguridad masculina (92% de mujeres y 84% de hombres piensa esto) a falta de satisfacción sexual (72% de mujeres y 64% de hombres).
La creencia popular acerca de la frecuencia de infidelidad, al menos en una ocasión, durante el matrimonio varió entre el 65% al 100% de los matrimonios. Si creemos en estas cifras, la infidelidad es una conducta frecuente tanto por hombres como por mujeres. Esta distribución dentro de reino animal sólo es similar en los chimpancés (Poiani, 1997).
Como la infidelidad es un tema que subvierte las normas de moralidad y estabilidad que rigen la conducta social, múltiples mitos surgen a su alrededor. Así, sin muchos estudios que puedan desmentir lo anterior, en nuestro país la mitología dice que: el hombre sería infiel cuando no tiene cubierto lo contrario con las mujeres. El mito social cumple la función de explicar o generar hipótesis que den cuenta de un fenómeno complejo con premisas sencillas.
Es una investigación realizada en la Universidad de Chicago (1994) con 3.500 norteamericanos entre los 18 y 59 años la monogamia parece ser predominante. El 83% ha tenido una o ninguna pareja sexual durante el año. En toda la vida, los hombres tuvieron un promedio de 6 parejas sexuales, en cambio las mujeres sólo dos (Roszenzvaig 1995).
La infidelidad no es vivida de igual manera por los géneros. Para el hombre, la respuesta a la pregunta ¿mantuviste relaciones sexuales con él? es la más complicada, probablemente por la generación de un grupo de fantasías intolerables. Para la mujer, en cambio, el asunto es ¿te enamoraste de ella? Con el grupo de fantasías pertinentes.
En el trabajo terapéutico con parejas que contienen en su historia infidelidad, la fantasía del tercero manteniendo relaciones sexuales o en actitud de cortejo, es un elemento perturbador, especialmente en la crisis aguda.
CUADRO Nº 1: Conceptualizaciones de La Infidelidad en Diferentes Modelos Teóricos
MODELO  LINEAL
MODELO CIBERNETICO
Descripción que hipostatiza la realidad
Proceso del devenir del sistema
Un error ético
Perfección del sistema
Un error cultural
La mejor adaptación de esa organización
Un error psicológico
Un proceso de cambio
Algo eliminable
Un significado integrable
Algo prevenible
Una solución del sistema
Algo confortable
Una configuración novedosa
Mal funcionamiento de la pareja
Un contexto de desarrollo

Existen socialmente, y por ende al interior de la pareja, elementos atenuantes de la infidelidad entre los cuales se cuentan: estar bajo los efectos del alcohol o una droga mientras sucede un episodio, viajes obligatorios que mantienen a la pareja separada por mucho tiempo, enfermedades graves de los cónyuges, mal funcionamiento sexual, alteraciones psiquiátricas varias. Naturalmente estos constituyen a su vez factores de riesgo. Entre los agravantes se consideran: ser infiel durante el período de embarazo de la mujer, ser infiel con una pariente o amigo íntimo, dejar que la pareja se entere por terceros.
                                                                                                                                                                            
¿Existen en el reino animal especies monogámicas? es decir, ¿será la monogamia una conducta instintiva, que puede existir sin códigos éticos en algún otro ser vivo?

Durante decenios hemos sostenido el mito de la “monogamia de las aves” pues la observación de sistemas sociales en aves no registraba conductas sexuales “fuera del nido”. Sin embargo, recientes estudios genéticos dan cuenta de material cromosómico presente en crías que no pertenecen al nido original, aunque con menor frecuencia de lo observado en especies humanas o de chimpancés (Poiani 1997. Si la monogamia es la conducta más frecuente ¿será el genoma social o genético, el responsable de mantenerla como conducta predominante? Estas son preguntas abiertas para las cuales no existen respuestas definitivas.  Sin embargo, sea por la razón que sea, la monogamia ha sido defendida, al menos desde su significado, como un bien social, un valor deseable. Entre las funciones sociales de la monogamia estarían: proteger la familia, entendida desde su definición  nuclear clásica, el tiempo necesario que asegure a los hijos amparo afectivo, económico, educativo, así como modelos genéricos constantes en la intimidad;  mantener el patrimonio genético familiar, proteger a los miembros de la pareja contra enfermedades de transmisión sexual, proteger y perpetuar el modelo social cultural.

Otras culturas en la historia de la humanidad han privilegiado la monogamia como organización social establecida aunque a veces se ha permitido, especialmente a los varones, mantener concubina legales (ej. Mesopotamia). En otras culturas, es sólo la mujer la castigada en caso de adulterio (ej. Grecia, Egipto, Israel, Malaya, musulmanes) (Asimer, 1996).

Cuando otros valores ordenan la sociedad, también  la pareja es redefinida. Tal es el caso de los espartanos, quienes soñando crear una raza fuerte, facultaban a las mujeres para que mantuvieran relaciones sexuales con los hombres les parecieran inteligentes y atractivos, dejando así que las hembras realizaran una selección natural del genoma a través de la selección fenotípica.

En Chile, según nuestras leyes, es la mujer quien comete adulterio mientras el hombre, amancebamiento. En nuestro Código Penal (Derecho Penal, 1994) se llama adulterio a “la mujer casada que yace con un varón que no sea su marido y el que yace con ella sabiendo que es casada aunque después se declare nulo el matrimonio” y agrega “no se impondrá pena por el delito de adulterio sino en virtud de querella del marido”  y de aplicarse condena el delito será castigado con “la pena de reclusión menor en cualquiera de sus grados” además “la acción del adulterio prescribe en un año, que principiará a correr desde el día en que el ofendido tuvo noticia”. También es considerado adulterio “la viuda que contrae matrimonio antes de los doscientos sesenta días desde la muerte del marido o antes del alumbramiento si hubiera quedado encinta”. El amancebamiento es definido como “el marido que tuviere manceba dentro de la casa conyugal o fuera de ella con escándalo” (manceba es definida como “concubina” es decir alguien con quien se cohabita sin lazo legal de por medio). Dice la ley que, en caso de probarse culpa será castigado “con reclusión menor en su grado mínimo y perderá el derecho de acusar a su mujer por los adulterios cometidos durante el amancebamiento”. Por su pare “la manceba sufrirá la pena de destierro en cualquiera de sus grados”.

EL PROCESO DE LA INFIDELIDAD
Como dice Bowen (1992), el triángulo es la unidad básica de la diferenciación que ayudaría a regular la distancia en una relación que tiende a la fusión.
Los terceros pueden entender como asuntos cargados libidinalmente que logran convivir bastante bien con la pareja (hobbies, trabajo, misiones, ambiciones, grupos políticos, los hijos) o bastante mal (una tercera persona).  A los primeros podemos llamarlos terceros funcionales y a los segundos, disfuncionales. Estos últimos con mayor rapidez e intensidad quiebran la definición de pareja compartida hasta este momento y arrojan a sus miembros a períodos de profundas crisis explícitas o implícitas.
Un tercero funcional puede ser un asunto estabilizador para la pareja aunque en ocasiones parezca desestabilizarla. Puesto que dos individuos no podrían satisfacer completamente (Lemaire,1979) la posibilidad de incluir terceros es casi una certidumbre. Así lo explica Kernberg (1997) cuando describe las características del amor maduro.
La dificultad está en el tipo de tercero incluido porque esto es lo que definirá el contexto emocional en la pareja. La infidelidad conlleva suficiente agresión (Bernales, 1995) como para romper definiciones relacionales anteriores y crear un monto de desorden suficiente para el cambio (Willi, 1978).
Aunque cualquier tipo de terceros puede ser significado como culpable o regulador de las alteraciones de la relación, llamaremos infidelidad a la recreación de un triángulo relacional. Esto nos hace pensar si acaso, ya en la formación de esa pareja particular una tercera persona no estaba dentro de las soluciones estructurales del sistema. Si es así la inclusión de las historias transgeneracionales (Boszormengy-Nagy, 1990) adquiere importancia fundamental para el entendimiento.
Entre las funciones de la infidelidad al interior de la pareja estarían: cuestionar la definición de la relación buscando un nuevo orden de funcionamiento;  explorar una nueva distancia relacional, readecuar por ejemplo los mecanismos de defensa incluidos en la relación, buscar gratificaciones narcisistas o regresivas, buscar integración, buscar erotización.
La infidelidad es un evento, producto de una serie de acontecimientos que se van configurando hasta encontrarla como una solución, puerta de salida, a un conflicto rigidizado del sistema que atenta al desarrollo natural de los miembros o del sistema en sí.  Visto de esta manera, podríamos parafrasear a Maturana diciendo que es “la mejor forma de adaptación que ha encontrado el sistema en un momento dado en su devenir”.
Dentro del curso temporal de una infidelidad se pueden distinguir los siguientes períodos:
Preinfidelidad: Una vez que la pareja comparte lo cotidiano, lo mínimo, lo descuidado, lo natural, “lo sin adornos ni maquillaje”, hay un contraste entre el objeto amado y el sujeto real que supone una tensión mayor cuanto mayor es la diferencia entre ambos. Procesos de escisión contribuyeron a la formación de la pareja. La escisión, sin embargo, no resiste la realidad cotidiana y permanente y a menos que se vayan elaborando estas pequeñas pérdidas de lo dado día a día, integrando  y aceptando la totalidad del otro, de pronto la predefinición tanto de la pareja como del objeto amado caen en crisis. El contexto emocional de la crisis supone culpa, rabia, pena, devaluación. En ambos miembros, durante este período, se está elaborando una nueva relación con un objeto un tanto más “objetiva” o “real”, más ajustada a la realidad experiencial del otro que a la propia. Se pierde la ilusión de completitud dada por el otro y se hace necesario encontrar los propios límites y autoresponsabilizarse de ellos. El proceso es mutuo. Cuando este proceso se hace intolerable, por las tensiones que genera en el sí mismo, puede suceder el escape y triangular es una forma conocida que, como veremos, no conlleva necesariamente al fin de la relación.
CUADRO Nº 2: TIPO DE INFIDELIDAD
TIPO DE INFIDELIDAD
EMOCION
TEMA
HOMEOSTATICA


Fantaseada   
Manía de la Idealización
Valor, autonomía
Escindida
Riesgo vs tranquilidad
Miedo al cambio, rigidez
Equisistémica                       
Rabia, venganza
Justicia
MORFOGENETICA   


Tránsito al cambio
Confusión, ambivalencia
Abandono  de lo conocido vs. Esperanza de lo nuevo
Estallido
Angustia, culpa
Ruptura , desmoronamiento
Restructurante
Compromiso vs. libertad de ser
Cambio de la relación
Infidelidad: Este estadio es posible de vivir de varias formas. Al establecerse otra pareja además de la oficial se producen igualmente todos los mecanismos de elección y satisfacción del proceso habitual (flechazo, encantamiento, evaluación consciente, elección (Lemaire, 1979). En la nueva pareja serán proyectados los aspectos idealizados y en la anterior quedarán los agresivos, reeditando la escisión esta vez en dos objetos. Durante este período en la pareja, uno de los miembros “sale a explorar” más allá de su límites y por ende de los de la pareja. El otro toma un rol más homeostático “cuidando la relación predefinida”. Las tensiones devengadas del estadio anterior comienzan a distenderse hasta adecuarse a algún tipo de infidelidad de las que expondremos a continuación.
Postinfidelidad: Independiente del destino de la pareja (ya sea que permanezca unida o termine separándose) se produce una reestructuración del yo de cada miembro y de la pareja que determina un nuevo lugar desde donde relacionarse. Es frecuente la culpa por el daño efectuado o por no haber cumplido las expectativas del otro. Se inicia un período de reparación que tomará un tiempo hasta la revinculación. En este período suele aparecer la familia como preocupación adulta.
El proceso de infidelidad atrapa emocionalmente a ambos miembros de la pareja tomando como figura aspectos emocionales preponderantes y exigiendo tareas inconscientes a realizar (cuadro 2).
LOS TIPOS DE INFIDELIDAD
Con fines terapéuticos hemos dividido las infidelidades en homeostáticas, destinadas a estabilizar la pareja oficial como resultado final de los diversos equilibrios alterados o morfogenética, destinada a realizar un cambio en la definición de pareja oficial.

1.    Infidelidad homeostática

En este tipo de infidelidad puede existir un cambio (adquisición de otro nivel de funcionamiento) en el miembro que sale de las definiciones hasta ese momento consensuadas con el otro, sin la necesidad de romper la pareja.
Los subtipos son:

a) Infidelidad fantaseada: el funcionamiento de tres se daría en la fantasía de uno de los miembros pudiendo no consumarse en relaciones sexuales e incluso sin constituir parejas con “el otro fantaseado”. En este sentido no sería una infidelidad propiamente tal y constituye más un hallazgo clínico dentro de una terapia que un motivo de consulta. Por tratarse de una fantasía de acto y no de un acto propiamente tal, ésta es una situación norma en la vida de pareja. Frecuentemente este tercero es vivenciado como un objeto parcial, un interlocutor “bueno”, aceptado, apoyador, valorador, que va constituyendo una estructura de relación hombre mujer idealizada “la estructura paraíso”.
Más que la búsqueda de una persona estaría la del “estado amoroso” como una forma de postergación del trabajo de duelo a la imagen idealizada de la pareja y un escape a los aspectos agresivos del otro. Los temas cuestionados en este tipo de infidelidad serían: el valor propio, la necesidad de amor romántico, la integración del objeto, la renegociación de los mecanismos de defensa. Es el primer estadio triádico. Puede ser la única forma permitida en individuos que cuidan la lealtad y la familia con fuertes valores morales y éticos, pero constituye de todas formas una solución a algún conflicto de pareja subyacente.

b) Infidelidad Escindida: Es la necesidad de vivir aspectos no integrados. De esta forma con una pareja se viven algunos, generalmente los que devengan de una estructura con fuertes mecanismos de defensa y, con otra pareja otros, generalmente inaceptables en la definición anterior. El yo permanece escindido en cada pareja obteniendo de cada una satisfacción de necesidades primarias por lo cual se hace difícil terminar con alguna de ellas. Sin embargo, se tiende a mantener la pareja oficial constituida y estable. Es más frecuente en hombres que cuidan la familia como una institución tradicional y patrimonial. Cuando la mujer actúa como cómplice del marido se transforma en un miembro estabilizador de la tríada y la acepta como una solución viable dentro de un esquema tradicional transgeneracional. El motivo de consulta se concretiza cuando la mujer no está dispuesta a mantener esta situación y requiere una decisión del marido. La decisión entre dos partes escindidas es justamente el conflicto profundo del miembro infiel, por lo cual se dilata en muchas oportunidades esta resolución.

c)Infidelidad Equisistémica: Es una forma de ajustar las cuentas en una pareja. Un tipo de reparación “ojo por ojo” que busca ajustar cuentas en la balanza de deudas de la pareja (Boszormengy-Nagy, 1992). Una forma de venganza que pretende reparar la herida narcisista. La justicia es un tema de relación. Consultan generalmente en el episodio de infidelidad reparatorio el que es ampliamente explicitado por el otro con la carga de agresión que supone este tipo de compensación.

1. Infidelidad morfogenética
Se denomina morfogenética a los procesos causales mutuos que aumentan la desviación y producen nuevas formas organizativas (Rodríguez, 1992). Las formas organizacionales contemplan siempre el fin de la definición de esa pareja. Por lo cual resulta la separación de los individuos que la conforman o bien una forma de relación muy distinta.

a) Infidelidad en tránsito: es el período entre el fin de una pareja y el comienzo de otra. Los miembros de la pareja original están viviendo situaciones muy distintas. Mientras que para uno existe la separación,la dignidad herida, a veces la negación de todo esto; para el que migra la culpa parece mitigada por el encuentro con la nueva pareja. Es un período de crisis. La consulta no es clara en cuanto a los objetivos deseados. El terapeuta puede encontrarse con esta crisis luego de percibir un compromiso a medias de uno de los miembros “como si viniera a dejar al otro”.
b) Infidelidad estallido: es la crisis que termina con la pareja, luego que uno de los miembros decide emparejarse con otra persona. El fin de esta relación es agudo, angustiante y agresivo para ambos miembros. Se termina físicamente una relación, pero emocionalmente siguen asuntos inconclusos que demandarán elaboración por cada uno de los miembros. La elaboración interna, luego de una reestructuración de la vida, tiene relación con la integración de la agresividad en el objeto amado.
c) Infidelidad Reestructurante: destinada a realizar un cambio profundo en la pareja y/o en los miembros que la componen. Es una forma que tiene el sistema de buscar otros límites y pautas de funcionamiento cuando las estructuras son rígidas y no permiten la evolución de uno o ambos miembros. Evolución entendida como desarrollo inevitable. Las parejas que se mantienen unidas luego de una infidelidad readecuando su forma de funcionar estarían en este tipo.
En el cuadro 2 exponemos lo que nos parece más importante del contexto vivencial del miembro infiel. El miembro  que se  queda dentro de la relación tenderá a cuidarla rigidizando algunas definiciones o intentando flexibilizar otras. Sin embargo el sistema pareja en conjunto se encuentra elaborando los temas descritos según el tipo de infidelidad y en cierta emocionalidad, aunque ésta sea vivida de forma distinta y a veces con personas distintas.

EL DIALOGO DE LA REPARACION
La infidelidad implica significados difíciles de integrar a la historia de la pareja. Sin embargo en el deseo de preservar el vínculo se generan situaciones que, a ratos, parecen insostenibles por la cantidad de emocionalidad que despiertan en ambos miembros, dándonos noticia de la fuerza de esta vinculación. La búsqueda de la reparación tanto de los aspectos relacionales como individuales motivará ajustes y necesidades que una terapia puede facilitar.
Las parejas intentan en principio “convivir” con este evento relacional a través de mecanismos primarios que hagan ceder la angustia y la agresión contenidas en él. Lo niegan, lo proyectan, lo destierran de la historia, lo transforman en un objeto indeseable, un cáncer que hay que extirpar del cuerpo conyugal. Estas formas de homeostasis relacional en vez de curar el vínculo lo atrapan en un pseudofuncionamiento que desarrolla distancia y por tanto pérdida de la intimidad.
Mantener aislado el evento desprotege a cada miembro y aumenta la escisión no sólo de los aspectos contenidos allí sino de las pautas que hacen posible la construcción de una pareja satisfactoria. Es la confianza en la exclusividad lo que pide reparación. ¿Cómo volver a creer que soy único(a) para ti?
El miembro infiel tiene entre sus tareas: aceptar que fue transgresor a un acuerdo común, aceptar que su conducta dañó al otro en su autovalidez frente a él, contactarse con sus necesidades, poder expresarlas y aprender a comprometerse para encontrar satisfacción de las mismas dentro de la pareja, reafirmar su autoestima que estará dañada por la culpa, realizar el proceso de duelo de la relación secundaria, buscar recursos destinados a realizar el proceso de reparación.
A la vez quien fuera engañado estará confundido entre sus sentimientos de apego (miedo al abandono) y sus deseos agresivos (rabia, venganza). También tendrá que reelaborar, refigurar a la pareja integrando los aspectos antes ocultos que surgirán en el trabajo terapéutico con la infidelidad. Otra tarea es en relación a su autoestima, especialmente en lo atractivo(a) que puede resultarle a la pareja; tendrá que renegociar las distancias afectivas; reevaluar valores que sustentaban el esquema de vida adoptado por ambos; convivir con la angustia de la desconfianza; controlar las fantasías erótico-voyeurista que se desencadenan con las imágenes de la infidelidad.
Los primeros pasos en la terapia son permitir la expresión de estas constelaciones de sentimientos y contenerlos en ambos miembros. La simple catarsis podrías rigidizar una relación de tipo “víctima-victimario” que no ayudaría a reconstruir el vínculo. Tampoco sirven definiciones del tipo “yo soy el intacto, el otro falló” Más bien cada evento emocional puesto en la terapia deberá servir para reconstruir una nueva definición relacional que se ajuste ahora en distancia, necesidades y posibilidades a la realidad de ambos miembros, incorporando así la infidelidad como un sistema de nuevos significados.
Se creará un contexto de confianza donde podrán re-conocerse en esta nueva etapa de pareja. Ambos necesitan integrar la infidelidad como parte de su historia.
La pareja a su vez hará un duelo al proyecto de vida conjunto inicial, a la invulnerabilidad frente a terceros, al espacio cerrado relacional de las primeras etapas. Todo un orden se pierde para ganar otro de mayor ajuste con las realidades de cada cual y de la pareja como mundillo co-creado.
El proceso de reparación no sólo implica alivio al dolor sino conciencia de la agresión implícita o explícita que conlleva. La reparación consiste en significar lo ocurrido en términos nutritivos, positivos para la pareja actual, resaltando la funcionalidad que esto pudiera tener en la actualidad relacional. En palabras de Winicott, la reparación se conjuga a través de la capacidad para integrar la agresión y no disociarla. El diálogo de la reparación sería “Si soy omnipotente, entonces tengo el poder de destruirte, pero si con eso me doy cuenta que corro el riesgo de perderte, entonces siento culpa y dejo de ser omnipotente y logro la posibilidad de una relación. Si tú sobrevives a mi destrucción y yo siento culpa por tratar de destruirte, entonces debo intentar reparar el daño, debo hacerme cargo de mi agresión. Me importas y me hago cargo de esa preocupación por ti”.
CONCLUSION
La infidelidad es la traición al acuerdo de exclusividad. Es un proceso atravesado por la pareja ya sea en búsqueda de resolver un conflicto (morfogenética) o de mantener la definición de pareja preestablecida (homeostática). Encontrar el significado de la infidelidad en cada caso es la tarea del sistema terapéutico. Hemos incluido un mapa de orientación tanto de los relieves interaccionales como de los aspectos intrapsíquicos asociados. La infidelidad surge desde un nicho cultural que contextualiza los significados asociados a la exclusividad y que es necesario integrar dentro de la futura figura relacional.
Por otra parte nos parece esencial buscar desde el contexto (trasfondo) elementos que unidos a la figura principal (infidelidad) la vayan resignificando hasta integrarla a la totalidad de la pareja permitiendo un juego flexible de planos.
El modelo que planteamos nos parece un aporte basado en conceptos sistémicos destinado a simplificar la complejidad de la pareja humana, posible de usar en diferentes marcos teóricos.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

ASIMER (1996) Encuesta para el libro Amores inconfesables.
BERNALES SERGIO (1995) Reflexiones sobre terapia de pareja y parejas difíciles. Comunicación personal.
BOSZORMENGY-NAGY (1990) Lealtades invisibles. Ed. Paidós, Buenos Aires.
BOWEN M. (1992) De la familia al individuo. Ed. Paidós. Barcelona,
DERECHO PENAL (1994) Tomo IV. Ed. Andrés Bello, Santiago.
INFORME HITES (1994)
LEMAIRE J. (1979) La pareja humana: su vida, su muerte,  su estructura. Fondo Cultura Económica, México.
KLEIN M. (1936) Amor, culpa y reparación. Ed. Paidós, Buenos Aires.
POIANI A. (1997) Organización social de los abejarucos. Conferencia Dpto. Psiquiatría P.U.C. Santiago
RODRIGUEZ D. (1992) Sociedad y teoría de sistemas. Ed. Universitaria, Santiago.
ROSZENZVAIG S. (1995) La pareja al desnudo. Ed. Sudamericana, Santiago.
WILLI J. (1978) La pareja humana relación y conflicto. Ed. Morata, Barcelona.



[1] Artículo publicado originalmente en Revista Terapia Psicológica, Año XVI, Volumen VII (2), Nº 30m 1998 que ha resultado de utilidad clínica, razón por la cual se reedita.
[2] Psiquiatra, Terapeuta Familiar y de parejas  ICHTF
[3] Psicóloga ,Terapeuta Familiar y de parejas  ICHTF
[4] Psicóloga. Terapeuta Familiar y de parejas  ICHTF

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